Hoy hace seis meses que mi vida comenzó de nuevo. Mucho ha pasado desde aquel 29 de julio de 2017 en el rally ciudad de la laguna.
Era media mañana cuando tomábamos la salida en el tramo de Los Campitos. Estábamos especialmente tranquilos, tanto que nos sorprendía incluso a nosotros mismos. ¿Sería una señal de lo que iba a acontecer solo 15 minutos después? Los primeros kilómetros fueron para adaptarnos al coche, ya que no corríamos con nuestro Renault Clío. Llegábamos al cruce de Los Campitos, todo en orden, y nos acercábamos a las rectas de la presa. Al terminar la segunda de ellas, todo cambió. Perdimos el control del coche y nos empotramos con el malecón. Ahí empieza la historia...
Carreras, bomberos, prisas, gritos, llantos hasta que logran, después de veinte minutos excarcelarme del coche. En medio de toda esa algarabía, el piloto del porche que venía detrás de nosotros pasa como si con él no fuera. Aun siento el aire sobre mi cara y el rugir del motor de un coche que iba a buena velocidad. Estaba tan asustado que ni siquiera podía pensar en eso. Solo quería pensar en las palabras del vecino bombero que fue el primero en ir a rescatarnos: “tranquilo, que ya vienen los compañeros y te sacamos”
Así fue, metieron una tabla para poder sacarme en bloque, yo les decía que no sentía las piernas y rápidamente me metieron en la ambulancia. La doctora, sin demora me hace tres preguntas, cierra las puertas y nos vamos al hospital. En esa ambulancia iba conmigo Santiago Pérez, el padre de mi piloto, donde me acompañó hasta la misma puerta de urgencias. A él le dije las que creía que podían ser mis últimas palabras: ”Santiago avisa a mi mujer.”
Llegamos al box de urgencias y una enfermera muy amable me preguntaba si me podía cortar el mono, que era lo menos que me importaba . Y empieza otra carrera... la carrera por la vida. Escáner, placas, intervención de urgencia…la doctora Álvarez se apresuraba a buscar una autorización para la intervención y sin más dilación entro en quirófano.
Mi siguiente recuerdo fue en la UVI; tubos, pantallas y mucha gente a mi alrededor. Según me cuentan, estuve al borde de la muerte. Los siguientes quince días fueron un ir y venir de intervenciones, todo ello en la UVI.
Después de ese tiempo me subieron a la quinta impar, y ahí empieza mi proceso de recuperación. Le siguieron casi tres meses en el hospital, muchas visitas y muchas ausencias. Cada día era un reto, una lucha permanente por la supervivencia. La plantilla del hospital, junto a mi familia y amigos eran los encargados de hacer que cada día pasara de la mejor manera posible. Es muy duro ver como pasan las semanas y nadie te habla de tu salida del hospital, te genera incertidumbre y mucha ansiedad.
Después de mucho trabajo psicológico con las doctoras y físico, con Pablo el fisioterapeuta, llegaba el día 19 de octubre y con él la salida del hospital. Fue un día muy especial, no solo porque volvía a la vida real sino porque al día siguiente era mi cumpleaños y podría pasarlo junto a mi familia, principalmente junto a mi hijo.
De carrera de velocidad, pasamos a carrera de regularidad. Ya en La Gomera comienza el trabajo con mi nuevo fisio, Luis, y los avances no tardan en llegar pese a que tenía un miedo inmenso. Eso, junto al encontrarme en mi pueblo, en mi casa, con mi gente, reencontrarme con todos aquellos que de una manera u otra se habían preocupado por mi me ha dado fuerzas cada día para seguir adelante. Hoy doy mis primeros pasos, cada minuto es un minuto de aprendizaje y todas las cosas cotidianas para cualquiera, para mi son retos a superar. Pero con fuerza, tesón y confianza voy superándolos y estoy seguro de que llegaré a la meta que tantas veces me he imaginado.
No puedo terminar sin acordarme de toda la gente que ha estado ahí, Santiago, Jonathan y Manolo, mi equipo, Elena, mi mujer, mis padres, mis hermanos, mi suegros y mis cuñadas, Tony Estupiñan, tus conversaciones sobre carreras me mantuvieron un poco más vivo, José Manuel González, aquellos bombones me supieron a gloria, Juan Luis Alonso, presidente de la escudería gomera racing, los chicos de rincón racing y todo el personal de HUC que me atendió. Gracias por formar parte de esta anécdota de vida que me hace más fuerte cada día.
Víctor García
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