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Regional de Rallyes
Rallye Isla Tenerife: el rallye que llevamos en el corazón.
Se hace difícil a estas alturas de la película hablar de asuntos que afectan a la sinrazón, a la subjetividad y quizás, siendo muy atrevido en mi comentario, que atañen a los celos, pero es lo que hoy me ha apetecido y allá vamos. ¿Me acompañan?

 Juan José Llanos (MotorCanario.com) - Publicado el 28/septiembre/16
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Fue hace ya más de quince años cuando en un lugar que recuerdo perfectamente y de la mano de quien ha sido mi progenitor en esto de la interacción con el mundo del motor a nivel profesional, hablamos de “comenzar a trabajar en el Rallye Isla Tenerife” ¡Sí!, no ya colaborar, que sería el sueño de cualquier chico de aquella época con los apetecibles 25 años que calzaba, sino de rendir cuentas antes quienes –DM- me pagarían los rendimientos pertinentes al finalizar el evento. Recuerdo también con extraordinaria nitidez las interminables horas que tal menester exigió de mí en la antesala de mis nupcias con quien aún afortunadamente es mi esposa.

Pero poco importaba quedarse hasta bien entrada la madrugada con el “culo pegado al asiento”; qué carajo, tenía uno 15 años menos y un apetito voraz. Y créanme, las condiciones eran muy diferentes a las actuales, en todos los sentidos. Incluso la menos poderosa, que era la monetaria. La vertiginosa carrera hacia la globalización, la descentralización y el “todo gratis” ha convertido el sano ejercicio del trabajo diario en una suerte de carrera de fondo en la que apenas hay etapas intermedias. Nada de premios de montaña, pues superado el repecho llega inmediatamente el siguiente.

Y algo parecido ha ocurrido con la historia conocida por mí en la prueba santo y seña del automovilismo canario, ahora con tal mérito compartido por un extraordinariamente bien gestionado Rallye Villa de Adeje. Así y todo, es curioso ver cómo ambas organizaciones no dejan de brindarse méritos, unos por lo rápido y sólido de su crecimiento y otros por la admiración de su condición de prueba consolidada. Pero centrémonos, que me voy por los cerros Úbeda. Como decía, el “Isla” –que es como todos conocemos la prueba- ha superado estos últimos 15 años con cierta nostalgia de su pasado; anclado en un presente de conformismo sin llegar a creerse su auténtica fortaleza. Durante este período de 15 años ha desfilado un significativo número de colaboradores, ayudantes, afines, interesados, etc… pero al final, pocos quedan. Algunos nuevos han llegado –afortunadamente- para recargar anualmente las sufridas bombonas de oxígeno que dan sustento a los grandes impulsores de la actividad, con lo que cada 12 meses podemos seguir sufriendo y disfrutando de nuestro Isla –sí, ambas cosas-.

A nivel personal he podido vivir grandes momentos profesionales con la organización, pero es lo de menos; otros no tan buenos, mitigados con grandes dosis de bondad por su parte. Pero mis éxitos o fracasos, mi trabajo o dedicación, han sido efímeros y poco relevantes. Lo realmente digno de elogio, de conservación en mi memoria, han sido las lágrimas de alegría, en ocasiones y de tristeza en otros, que he podido intuir en determinados momentos del rallye.

No hay otra prueba en Canarias en la que pueda asegurar que termine tan agotado como con un Isla. Es una situación que se da año tras año, irremediablemente. Por más que todo esté relativamente controlado, que trabajes con el mejor equipo, el Isla es el Isla y se acaba exhausto. No he nombrado a nadie hasta ahora y voy a procurar terminar este artículo de opinión sin hacerlo, así que háganse ustedes una lista de cuántas escuderías y escuderos han pasado por esta prueba… decenas, las mejores sin duda. Con su mejor gente, pues todos quieren hacer el mejor trabajo posible en el Isla. Esa ambición se respira durante los días de competición; está ahí, provocando tensiones. El domingo de término siempre deseas que sea el último, pero todo pasa al cabo de unos días y empiezas a pensar en qué se inventarán para el próximo y cómo puedes colaborar en darle algo especial por tu parte.

Te sientes obligado a ello cuando alcanzas a divisar el enorme potencial promocional que tiene como evento deportivo, el esfuerzo que hay tras cada edición por hacer brillar con luz propia y el simple hecho de ser la prueba en la que uno “echó raíces”.

También he podido conocer la parte más oscura de la prueba, su Talón de Aquiles. Nadie va a reprenderme por decir que la gestión económica no ha sido todo lo buena que sería deseable. Un evento como el Isla no puede estar cada año al filo de su viabilidad económica, es impensable. Pocos eventos de nuestra querida Tenerife tienen tal seguimiento mediático y una afición tan entregada e incondicional, pero como si fuera el último del ranking. Esto puede verse de forma elogiable, pues demuestra que quienes están tras él sólo buscan su viabilidad y materialización, lejos de una necesidad de explotación mercantil. Sin embargo, aún bajo esta premisa, el superávit debe permitir llevar a cabo acciones grandiosas, a la altura de la demanda. Me vienen a la cabeza dos ediciones especialmente memorables de los últimos 15 años: en 2009, cuando el holandés Mark Van Eldik se desquitó ante la afición tinerfeña con trazadas imposibles; y en 2013, cuando Dani Sordo hizo reventar las cunetas de público.

¿Qué pasa? Pensarán… ¿acaso el rallye no ha sido brillante con la participación de pilotos canarios? Le respondo: por supuesto que sí. Por la prueba, durante estos tres últimos lustros, han pasado dos generaciones bien definidas de pilotos. Algunos permanecen a día de hoy –incluso con éxito- en el candelero. Ellos han sido los grandes protagonistas de la historia del Isla, sólo ellos. Quienes han hecho posible que cada año sea la prueba con mayor número de inscritos.

Un reto el de cada nueva edición, que el Club Rallyten Sport saca adelante cada año con más pundonor que poder, como cada escudería. Porque en esto, a día de hoy, no hay excusa que valga. Más limitados cada día por los necesarios acotamientos medioambientales, los paupérrimos presupuestos destinados a promoción exterior por parte de las grandes empresas y el agotamiento natural de luchadores natos de este deporte, pensemos que como con la vida misma, disfrutemos de lo que tenemos que son dos días y no se sabe hasta cuándo estaremos.

¡A disfrutar del Isla, que ya está aquí!

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