Las veces que tuve la oportunidad de cruzarme con él, siempre me extendÃa un cariñoso saludo. VeÃa en él una clara expresión de aprecio, común a las personas bondadosas. Por mi trabajo, nos cruzábamos en las carreras, su pasión. Una pasión que en los últimos años tuvo la inmensa fortuna de compartir con su hijo... o su hijo compartir con él. Qué más da. Ayer, durante los minutos que compartà con David (su hijo), tuve que hacer un esfuerzo titánico para evitar que se me saltaran las lágrimas. Y no por vergüenza, sino en un intento de contagiar entereza a un hijo con experiencias muy próximas con su padre y que ese mismo dÃa se habÃa ido.
David me contó que pudo despedirse de él, que fue "bonito". También me dijiste que el Simca se lo regalaste por impulso y no porque supieras de la enfermedad de tu padre. Invertiste tus ahorros en unas experiencias que ni tú, ni tu padre, olvidaréis jamás, allá donde quiera que esté. Ojalá todos pudiésemos decir lo mismo. ¡Bravo David!
Te sientes orgulloso de tu padre, y se te nota. Incluso en estos momentos tan duros. Orgulloso de haber podido luchar junto a él hasta el último dÃa, juntos. Igual que batallaron juntos dentro de un coche de carreras, vuestra gran pasión. Para la eternidad quedan esos momentos, esa dedicación. Y sobre todo, esa generosidad con él. ¡Bravo David!
Me contaste cómo él decidió luchar contra la enfermedad, por vosotros. Por la familia que le habÃa dado la felicidad y le permitÃa disfrutar de sus amigos, de sus aficiones. Me contaste cómo tuviste la oportunidad de estar junto a él hasta el último momento, dándole tu aliento, tu consuelo.
Juan Jesús ya descansa eternamente y deja aquÃ, entre otras miles de razones, su mejor legado. Eres tú, David. Tú, tu hermana Laura, tu madre, ... por eso te digo, David ¡Bravo! Porque eres tal y como tu padre quiso que fueras. Y por eso, cuando te vitoreo, por extensión, vitoreo a tu querido progenitor.
Juan Jesús, descansa en paz.
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