Hay pocos lugares en el mundo, como la isla de Tenerife, que en su reducido tamaño albergue tanta cantidad y calidad de vehículos clásicos, auténticas joyas del automovilismo mundial.

De igual manera hay muy pocos lugares en nuestro planeta que en apenas dos mil kilómetros cuadrados se pueda disfrutar de tal variedad de paisajes, de auténticos parajes naturales en sus costas y sus montes, con apenas una diferencia de media hora para pasar del nivel del mar a más de dos mil metros de altitud, por sus sinuosas carreteras entre laurisilva, plataneras y pinares.

Tenerife tiene unas bellezas naturales que la convierten en una de las islas más visitadas del mundo, con cifras cercanas a los seis millones de turistas cada año. Pero también goza de una larga historia y una amplia cultura, además de un rico patrimonio, en el que destaca, como uno de los tesoros mejor guardados, el automovilístico que alberga; se diría que único en España.

Todo eso y mucho más ofrece la Clásica de Tenerife que este año se lanza a una apuesta arriesgada: una competición de regularidad durante los dos primeros fines de semana de noviembre, no solo en Tenerife sino también en La Palma, otro paraíso natural donde los haya. Y en medio, para aquellos que lo deseen y lleguen desde el exterior, un tour por otra isla con parque nacional y unas carreteras llenas de encanto, La Gomera.