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Pruebas
Honda Civic 11th: El último eslabón.
Como contrapunto a su compatriota Toyota, pionera en este sentido, Honda es el último fabricante en unirse a la hibridación y electrificación. Su producto más importante pese a las modas de SUVs y Crossover, es el Civic que ahora celebra su undécima generación y cuya hibridación ligera no es un despropósito, sino todo un acierto en un producto por sí mismo notable.

 Juan José Llanos / MotorCanario.com - Publicado el 14/junio/23
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Pongámonos en situación: el Honda Civic se vende en infinidad de mercados y países, siendo el más importante el estadounidense donde se estrenan las generaciones con uno o dos años de adelanto respecto al mercado europeo. Allí las normas anticontaminación no son tan severas como en el viejo continente y hay versiones sin electrificar con excelentes mecánicas, como es el motor 1.5 litros turbo que tan buenos resultados ofreció en la 10th generación. Pero estos llantos de cisne no sirven de nada, porque nunca llegará a nuestro mercado nada que no sea la variante e:EHV que hoy probamos. A Canarias ni siquiera llegará el Type-R (a 21 de julio de 2023 se anuncia que se venderá en las islas), seguramente por el mismo mal que afecta a este nuevo modelo: el precio. Porque no nos engañemos, el Civic se posiciona ahora a un paso de los modelos más premium del mercado y muy alejado por arriba del resto de competidores. A cambio, ¿qué nos ofrece Honda?

La historia de Honda trae consigo la gloria de ser una de las marcas más fiables del mercado, con mecánicas sencillas pero robustas. Todo recordamos lo que tardó este `pequeño` fabricante japonés en eliminar el mando manual de recirculación de aire de sus salpicaderos a cambio de un botón, tal y como ya hacía toda su competencia 10 años antes. Es un simple ejemplo de lo mucho que se piensan en Honda cada cambio, cada innovación, que no sea la estrictamente mecánica donde, de nuevo sin duda, son punteros. Y ello se ha aplicado a la electrificación, a cualquier nivel. En Europa tan solo tienen un modelo eléctrico a la venta, pero más a modo escaparate tecnológico que con un objetivo de ventas real.

Por su parte, el Civic se ha electrificado a modo de híbrido no enchufable e intentando mantener el aura de modelo de aspiraciones deportivas, destinado a una clientela que admite una menor calidad de detalles y acabados, a cambio de un tacto de conducción exquisito y unas mecánicas altamente satisfactorias. Todos estos matices son igual de válidos para las tres o cuatro últimas generaciones, incluyendo la actual que ahora es objeto de nuestra prueba.

En materia de diseño, en Honda cumplen con la tradición de alternar una generación `transgresora` con otra más conservadora y no es necesario especificar en qué momento nos encontramos, ¿verdad? Las líneas agresivas y grotescas de la anterior generación han dado paso a unos trazos muy suaves, un modelo que en general podría ser obra de cualquier fabricante, incluso coreano¿?

Sobre el interior es difícil decir se han hecho un ejercicio de estilo retro, o un por el contrario futurista al minimizar el uso de botones... pero el resultado práctico es perfecto. Todo cae a mano, hay sitio para poner casi cualquier cosa y no hay nada que sea superfluo. Todos los mandos y botones son, al tacto, soberbios, y algo menos agraciados aspectos como la guantera, las contrapuertas o el doble fondo del maletero. ¡Y eso que se ha dado un salto de gigante respecto a su predecesor en este aspecto!

En un modelo que funciona gran parte de su tiempo en modo eléctrico es imprescindible que haya ausencia absoluta de ruidos por desajustes, tarea que parece algo mejor resuelta ahora pero no del todo, ya que en asfaltos rugosos o bacheados saltan a la luz. Y en sonoridad también vuelve a penalizar este Civic, porque a velocidades por encima de 100 km/h se hace muy patente el ruido de rodadura y aerodinámico, estando claramente por debajo de la mayoría de sus rivales en este aspecto.

Y hasta aquí todas las notas negativas del nuevo Civic, porque el resto son todo parabienes. De todos los coches híbridos no enchufables que hemos probado hasta el momento, este es el que más nos ha convencido, hasta el punto de pasar completamente desapercibido para el conductor medio. No hay prácticamente sensación de resbalamiento por estar el motor permanentemente a altas revoluciones en aceleraciones a fondo, ya que el sistema de altavoces simula el escalonamiento de marchas y esto solo ocurre en muy contadas ocasiones. En el día a día y salvo tener que pisar a fondo el pedal del acelerador, el sonido del motor térmico es mínimo y eso cuando se enciende, ya que el 50% del tiempo o más permanece apagado. Es una delicia conducirlo en ciudad, y no solo por ser un híbrido de cambio automático, sino por la excelente visibilidad en todos los ángulos, un tacto de dirección exquisito y una conducción general sosegada. Por si alguien tiene dudas a cómo se siente la frenada, podemos asegurar que no es un problema. Se siente la doble acción del freno eléctrico y el hidráulico, pero sin que sea realmente molesto. Las paradas en los semáforos no tienen por qué estar acompañadas de latigazos cervicales. Lo dicho: ¡una delicia!

En carretera sale a relucir el carácter roquero del Civic y pese a tratarse de un híbrido, lo han disimulado muy bien en Honda. Sólo un conductor muy experto podrá notar el peso extra que supone la hibridación, pero en general es un excelente rutero. Las ayudas a la conducción están ahora más afinadas y los sonidos que emiten son menos estresantes.

Tendremos que hablar someramente de consumos en parte porque es un híbrido, pero innecesario porque no tenemos otra opción. Pero el caso es que la media real debe estar entre 5 y 5,5 litros. Esto para un coche que tiene 180 CV y un tamaño suficiente para que hasta cinco adultos viajen con relativa comodidad, no está nada mal. Y aquí damos con otra clave: ¿para qué necesitamos un SUV si en este Civic viajamos más cómodos, más amplios y más seguros que en la mayoría de ellos? El coste de mantenimiento debe ser también más contenido que en aquellos y en general todo es más razonable.

Para el final hemos dejado un par de cuestiones. Una objetiva, como es la agradable experiencia que nos aporta la electrificación suave en forma de reacción urbana instantánea a las órdenes del acelerador o la independencia conspirativa que sobrevuela a los eléctricos puros y a la que es ajena... y otra más subjetiva, como este propio texto. Porque el Civic, con unos precios objetivamente elevados en sus tres versiones de equipamiento, no puede ser analizado de forma racional. El Civic se compra por convicción, por capricho o por tradición. Y la realidad es que, detalles al margen, nadie saldrá defraudado.

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